Obra maestra

Vida mía, tu sola presencia estremece mi cuerpo,
Aviva mi corazón, alimenta mi alma.
Vida mía, tu sola mirada me doblega, me domina,
Tus labios gobiernan mi mente, tus caderas mi locura.

Corazón mío, tu sola existencia es la prueba de que el gran creador
dejó a la humanida un regalo hermoso, para ser admirado.

Tu cuerpo como monumento ergido en honor a la belleza,
Tu mente edificada como biblioteca de la inmensa sabiduria,
Tu alma, consagrada como el santuario donde el silencio se vuelve plegaria,
Tu corazón, encendido como la fragua donde se forjan los deseos indomables.

Amor, tómame y mantenme a tu lado, que el cielo sea testigo
del gran amor que te tengo y que Dios permita que te proteja.
Amor, amor, amor nada más soy, que tu fiel sirviente, fiel amante fiel amor.